Hubo un tiempo en el que Albania era el paraíso, un lugar donde hasta el barro sabía a miel. La tierra más feliz del planeta. Un Edén cercado por alambre de espino y con un único Dios: Enver Hoxha. Para unos, padre y tío, el Camarada Comandante, el erudito y magnánimo Faraón rojo. Para otros, un monstruo, un caníbal, un demonio que se alimenta del miedo y la miseria del pueblo. Barro más dulce que...