Desde su exilio en Calahorra, los caballeros navarros vencidos en la guerra de la Navarrería de 1276 ni olvidan ni perdonan. Los ocho años que han transcurrido desde entonces, no han contribuido a restañar las heridas. Lo han perdido todo: sus bienes y sus tierras han sido confiscados y sus apellidos han quedado marcados con el infamante calificativo de banido. Mientras luchan por preservar su est...