Eamon McMahon era un hombre sin futuro, alguien que no tenía nada que perder, ni siquiera el alma. Años atrás, las tropas inglesas lo habían convertido en un auténtico monstruo que solo entendía de odio y rencor. Pero iba a hacérselo pagar al Teniente Coronel George Philip Beckett, el viejo conocería el sufrimiento de primera mano, él se encargaría de cumplir la ley del Talión: ojo por ojo, diente...