Aléjate de mí:
"—Buenos días, Marta.
La contempló quietamente. Esbelta, fina, femenina cien por cien. ¿Vulgar? No, no tenía nada de vulgar. Para un hombre como Fernando, que se deslumbraba sólo con la luz de una vela, ver aquella esbelta y personal mujer carecía de encanto, pero para cualquier hombre sensato y viril, Marta era el ideal perfecto. Se mordió los labios. A él no le gustaba mucho ir...