Me llamo Albert. Comencé a sospechar que mis padres eran unos monstruos mucho antes de conocer a Berta Vogler en Grasberg. Seguramente me engañé a mí mismo a lo largo de ese tiempo. Nadie en su sano juicio se habría alegrado de crecer junto a unos progenitores sanguinarios. Así que traté de obviar ciertos detalles de mi familia para llevar una vida aparentemente normal. Mis colmillos, sin embargo,...