A Teo Topetti le iba genial en la vida, ¡al pelo!, hasta que un día su
mamá le dijo: ¡Mañana, a la salida de la escuela, vamos a la peluquería
sin falta!
Y ustedes saben que cuando una madre se propone algo, nadie puede
sacárselo de la cabeza. Una vez que don Roque, el peluquero, lo sentó en
una ridícula sillita, eligió entre sus herramientas la flamante tijera
retrovisora con escobillas barrepelusas...
A Teo Topetti le iba genial en la vida, ¡al pelo!, hasta que un día su
mamá le dijo: ¡Mañana, a la salida de la escuela, vamos a la peluquería
sin falta!
Y ustedes saben que cuando una madre se propone algo, nadie puede
sacárselo de la cabeza. Una vez que don Roque, el peluquero, lo sentó en
una ridícula sillita, eligió entre sus herramientas la flamante tijera
retrovisora con escobillas barrepelusas...