A principios de los años sesenta, un grupo de activistas se organizó de manera clandestina para poder dar soporte emocional, asesorar y practicar abortos de forma segura, asequible y sin distinciones de etnia o clase social. De día eran estudiantes, amas de casa y esposas ejemplares, pero, abandonadas las caretas, salían protegidas por la oscuridad de la noche para empapelar la ciudad con una proc...