Olfatea el aire, un olor a flores silvestres brota del monte y del suelo, pero él va más allá, al olor de la tierra, una hembra de crispada piel que espera, espera. Su paso enérgico hace eco en las profundidades, y hay un sensible estremecimiento. La tierra sabe. Ha llegado un hombre.
Las huellas de ese hombre son las que sigue Victoria, huellas que, nítidas en un espejo, la harán vivir aventuras...