Con mucha frecuencia se atribuye al Estado una clase de autoridad especial que le permite imponer sus órdenes por medio de amenazas de violencia y que obliga a los ciudadanos a obedecerlas. Este libro sostiene que esa idea es una ilusión moral: nadie posee esa clase de autoridad.
Y, por encima de todo, este libro desmonta uno de los pilares sociales que rigen nuestros países: que los gobiernos cu...