¿Podemos vivir en dos mundos al mismo tiempo?¿Hasta dónde somos capaces de decidir quién somos?
Nadie utiliza mi nombre completo. Nadie me conoce como Beatriz. Todo el mundo se traga con glotonería las cuatro últimas letras. Ni siquiera mi doctora, al recetarme las pastillas, lo ha escrito bien.
En el día más importante de su vida, Bea ha cuidado hasta el último detalle. La carroza, el vestido, l...